FACTORES PREDISPONENTES
  Estas chicas se caracterizan por tener muy baja
  autoesima y ser muy autoexigentes. En muchos casos el alto nivel
  de exigencia ya es una característica familiar. El apoyo
  de los padres, en relación a la autoexigencia, debe
  relacionarse con poder ayudar a
  sus hijas a aceptar que siempre puede haber algo de ellas con lo
  que no estén muy contentas, pero deben señalarles
  los aspectos altamente positivos o en los que se destacan.
  Generalmente son chicas con buen desempeño escolar y buen rendimiento
  deportivo. Deben entender que El Cuerpo no lo es todo, sino una
  parte de ellas que debe vivir en armonía con el resto de
  los aspectos de su vida.
  En esta época tan dificil ya de por sí,
  que es la adolescencia,
  cambian las responsabilidades. Se tiene más independencia,
  se siente una nueva identidad en
  las opiniones y el adolescente se va incorporando progresivamente
  al mundo adulto. Y como ya lo dice la palabra, adolescencia
  deriva de dolor , por eso el refrán popular que dice
  CRECER DUELE....Muchas veces , el estar en un camino intermedio
  tanto desde el punto de vista físico como
  psicológico y social provoca inseguridad. Y
  esta inseguridad es la fuente de disminución de la
  autoestima.
  La adolescente suele ser rebelde con sus padres y
  negarse a cumplir sus órdenes, pero, mientras tanto,
  cumple montones de otros mandatos que vienen de la sociedad, sin
  darse cuenta de ello. Hay que ser flacas para ser lindas y
  exitosas, hay que usar determinadas marcas de ropas,
  hay que ir a bailar a determinados lugares...
  En cuanto a las características familiares de las
  chicas que padecen trastornos alimentarios, se destacan
  determinadas características: demasiada interdependencia
  en las relaciones, intrusiones e intromisiones constantes en los
  pensamientos y sentimientos del otro, la percepción
  de sí mismo y de los otros miembros de la familia
  está pobremente diferenciada. Otra característica
  es la sobreprotección desmedida y exagerada. La
  sobreprotección retarda el desarrollo y
  la autonomía de los hijos. También se trata de
  familias rígidas, que, en cierta forma se resisten a
  realizar los cambios lógicos que impone el desarrollo de
  los hijos. Operan como un sistema cerrado,
  negándose, sin desearlo intencionalmente, por supuesto, a
  asumir la entrada de los hijos a la adolescencia. Estas familias
  tienden a no negociar explícitamente los conflictos,
  las diferencias. Generalmente, los padres suelen utilizar a la
  paciente enferma como agente desviador de los conflictos
  conyugales, con el fin de querer creer que en el matrimonio todo
  está bien, y que si hay un esbozo de problemas
  entre ellos es por la enfermedad de la hija y no a la
  inversa.
 
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